Alimentación, el pescado en tu dieta

Es bien sabido por todos que cada vez más seleccionamos lo que comemos en pro de querer aplicar la sostenibilidad al mundo abogando por productos de productores locales, escogidos con conocimiento de causa.

De aquí que apliquemos un riguroso criterio cuando escogemos qué llevarnos a la boca y en qué cantidad hacerlo, de ahí que hayamos reducido enormemente la ingesta de productos de cárnicos y que los pescados de las costas andaluzas ocupen ahora ese amplio hueco que antes dejábamos para los animales terrestres de cuatro patas.

El pescado siempre había tenido un papel importante en nuestra dieta. Las grandes sociedades crecieron en la intersección de la tierra y el agua. Mares, ríos y lagos eran fuentes inagotables de alimentos saludables y de ahí que la vida se generara en torno a ella.

Pero hay algo que asola al mundo, que lo azota incesante con su látigo: EL SER HUMANO. El aumento actual de la contaminación crea dudas y confusión sobre el consumo de los productos marinos, y aunque habría mucho que hablar sobre este tema, preferimos contaros los beneficios principales del pescado y sugeriros cuáles conviene consumir.

 

Beneficios que aporta el pescado

El pescado es uno de los pocos alimentos sobre los que hay consenso. Casi todos los expertos coinciden en sus beneficios y recomiendan incluirlo en mayor o menor medida.


Fuente de nutrientes

Aunque cada especie tiene su propio perfil nutricional, podemos destacar características generales:

  • Minerales como yodo, selenio y zinc, difíciles de encontrar en animales terrestres.
  • Vitaminas A y D, esta última especialmente en pescados grasos como salmón y arenque.
  • Proteína de calidad, fácil de digerir y de alta biodisponibilidad (detalle, estudio).


Algunos peces tienen particularidades nutricionales interesantes. Por ejemplo el color rosado de los salmones (y langostinos) se debe a su alto contenido en astaxantina, un poderoso antioxidante.

 

Alimentan al cerebro

El pescado ha jugado un papel relevante en nuestra evolución. Algunos investigadores afirman que nuestro avanzado cerebro se benefició de los ricos ácidos grasos del pescado, especialmente DHA.

El pescado está asociado con menor declive cognitivo y mayor volumen de materia gris, así como menores índices de depresión.

Es importante también para el desarrollo del cerebro del bebé, de ahí su importancia durante el embarazo.

 

Previene múltiples enfermedades

Un mayor consumo de pescado se asocia con menor riesgo de enfermedad coronaria, cerebrovascular, cáncer, degeneración macular y diabetes.
A los muchos estudios observacionales que muestran correlación, se suman ensayos clínicos que demuestran causalidad. En este estudio, comer merluza a diario (100g) durante 8 semanas mejoró diferentes parámetros de síndrome metabólico (mejor perfil lipídico, menor cintura y reducción de hipertensión), comparado con el grupo que siguió una dieta considerada saludable pero sin pescado.

 

Los mecanismos de actuación son múltiples, pero reducir la inflamación de bajo grado es sin duda uno de los más relevantes.
Por todos estos motivos debes incluir suficiente pescado en tu alimentación, pero el riesgo de toxicidad es real si no eliges con precaución.

 

 

Pescado y mercurio

Como cualquier alimento producido en el mundo moderno, el pescado contiene sustancias poco deseables, como dioxinas, herbicidas, arsénico y mercurio.
Cada especie tiene concentraciones diferentes de estos compuestos, de ahí la importancia de rotar el pescado, sin abusar de ninguno en particular.

Tu cuerpo se puede deshacer fácilmente de cantidades pequeñas de muchas sustancias, pero una dosis elevada de una concreta puede ser un problema. Dentro de estas, la más preocupante es el mercurio.

Qué provoca el mercurio que contiene el pescado

El mercurio es un metal pesado, como el hierro y el zinc, pero a diferencia de estos, el cuerpo no lo necesita para nada, y a partir de cierto umbral resulta tóxico.

Los peces acumulan metilmercurio, más peligroso que el mercurio inorgánico. A mayor tamaño y edad más mercurio acumularán. Cuando el pez grande se come al pequeño incorpora también su carga de mercurio.

Al ingerir mercurio nuestro sistema de desintoxicación intenta librarse de él, haciendo un buen trabajo con cantidades pequeñas.

Si la ingesta de metilmercurio aumenta, se deposita gradualmente en los riñones y afecta el sistema cardiovascular, pero su efecto más perverso lo ejerce sobre el cerebro, al cruzar la barrera hematoencefálica. Atraviesa también con facilidad la placenta, afectando potencialmente al feto, de ahí la especial cautela durante el embarazo.

 



Cómo comerlos y cómo varían sus propiedades
El pescado frito no tiene los mismos beneficios, (aunque en su justa medida es un placer infinito para los sentidos…arrggg). Pero sí es cierto que preparaciones a la plancha, horno o vapor son mucho más recomendables, (sin olvidar los guisos o sopas).

Salvaje o de Piscifactoría
Como regla general, salvaje es mejor. La salud de cualquier animal (incluido el homo sapiens) depende de su alimentación y su entorno. Un alimento procesado y un entorno hacinado derivan en pescados menos ricos y más sucios. Pero el hacinamiento y quizá el tipo de alimento hacen que los salmones de piscifactoría tengan una mayor concentración de otros compuestos potencialmente tóxicos. 

Al final lo que queremos transmitir con esto es que como cualquier alimento o cualquier práctica vital, el pescado tiene riesgos y beneficios. Para minimizar los primeros y aprovechar los segundos conviene priorizar las opciones con mínimas concentraciones de mercurio, dejando el resto para ocasiones especiales. Pero desde luego, lo que SÍ que es arriesgado es no comerlo de manera regular.

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